lunes, 15 de abril de 2013

Polos opuestos.

-Ya estoy.                                                                                 Recibido Sáb. 15:42
-Podes salir?                                                                             Recibido Sáb. 15:44
-Esta bien, me voy. Te agradezco igual.                                      Recibido Sáb. 15:45
-Vos me estas cargando!? Te mandé tres y
  lógicamente me fui a la mierda.                                                 Recibido Sáb. 15:49
Recibiste cuatro llamadas del numero xxxxxx                 
  el día 13/04 a las 15:50 hs.                                                      Recibido Sáb. 15:51

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  Un año y medio de relación por la borda. Un jodido año y medio que hizo de su vida algo hermoso y, a la vez, un sentimiento que ahora aborrece. Un jodido sentimiento que desde niña pensaba que no iba a sentir hasta que tuviera treinta. Aquel mismo sentimiento que le hacía pensar que lo podría superar. Ese sentimiento que decía que solo era para idiotas y/o soñadores. Que de grande pensaba que era demasiado "mainstream" para la época en que se encontraría. Todo pasó después de sus quince años, cuando a mitad del dos mil once, quizás antes de mitad de ese año, finales de Mayo, mientras que aun seguía haciendo amigos y conociendo personas simpáticas, descubriendo su personalidad, encontró a una persona solitaria. Junto a ella, vino <<atracción>> y luego, <<amor>>

  Suponiendo que era, a sus dulces quince años de edad, una chica diferente por no decir "rara" como todos la clasificaban. Era lo menos femenina posible, no se maquillaba y si lo hacía, su make-up era más bien de muerta. No se producía bien, siempre vestía de ropa negra y cada vez que la veían con algo rosado, se espantaban. Maldecía todo el tiempo pero era de usar palabras elegantes pero contaba con que su lengua se atravesaba cuando hablaba rápido y hacía que no pensara bien en las palabras que quería decir, lo que le producía que hablara hasta con su "triple ME", a lo que sus amigos siempre se burlaban. Era un tanto loca y su placer era dibujar cosas tétricas para asustar a los demás. Espantaba a chicos con cosas y pensamientos un tanto perturbador o bien, decía que le encantaba ver porno gay y que tenía fantasías alocadas con ver aquel chicos con otro. La verdad, eso le divertía. 
  Pensaba que el amor era algo que jamás podría sentir. Le parecía una cosa tan estúpida llorar por alguien, pasar el resto del día con aquella persona pensando en lo maravilloso que es aquel día. Ver a esa persona  y sentir como sus entrañas se derriten como cual ácido desintegra algo, dibujar corazones y flores y verse caminar de la mano con aquella persona por la calle y que no le importe lo que los demás dijeran de ella. Si bien tuvo relaciones a corto plazo y siempre la dejaban, aquel sentimiento no lo sentía o al menos, no a grandes rasgos. No hasta no hace mucho. 

   ¡Quien diría que por una simple red social podrías hacer grandes amistades y encontrar a personas buena onda! Sin contar que podrías pensar que a la persona que te atrae no esta muy lejos de tu alcance. Así  mas o menos, ella había estado hablando con una persona que, a pocas palabras, parecía un chico simpático. A medida que iban hablando, sintió que era una persona con un mundo totalmente diferente, con una personalidad de otra época. Un joven culto, de mucha inteligencia, curioso. Amante de la lectura, de buena música, preferentemente amante de The Beatles y con un pequeño don de saber a simple vista como son en verdad las personas. Parecía un chico que sabia como vivir y afrontar cosas y eso le atraía, aunque sea un poco. Si bien, cuando empezaron a hablarse y a conocerse, no tenían una leve presencia de ellos en sus mentes. Es decir, ni siquiera se habían cruzado por la calle ni tenían amigos en común. Ni siquiera, en su ante ultimo año de secundaria, él habría empezado un año después en la misma institución de la que ella se habría ido, así que ni mediante aquel lugar se conocían. No sabían como eran físicamente, si eran altos, rellenitos o si eran aliens o un personaje de algún fanfic. Lo único que sabían de ellos era que él le duplicaba la edad de la niña pero que en pocos meses, él cumpliría años y además, de que entre ellos dos eran polos opuestos pero eso los atraía más. 


   Ya era Julio y las vacaciones de invierno se acercaban. Ya pasaron dos meses en que estos dos amigos se hablaban, bromeaban, se llevaban bien para una amistad de monitor-a-monitor. Se quedaban hasta las tres de la mañana de los viernes hablando de estupideces y conociéndose más que, a veces, cuando se conectaba uno, esperaba ansioso en que el otro se conecte y retomen la charla. Cuando ocurría, era un "¡háblame, háblame, háblame!" repitiendo en sus mentes y cuando se hablaban, al menos para la niña, su corazón se le escapaba por el pecho. 
  -Deberíamos conocernos ¿No? -escribió el chico por la ventana del chat. 
  -Claro que sí!- respondió entusiasmada- ¡Tenemos dos semanas de vacaciones de invierno!
 Pero él tardó cinco minutos en responder. El lápiz que marcaba la ventana del chat que estaba escribiendo, aparecía y desaparecía rápidamente. El corazón de la chica palpitaba a mil.
  -Me voy a de viaje al interior del país a mitad de la semana próxima y la otra.- Respondió al fin el niño.
  -No hay problema. Igual, yo también me quedaré en la casa de mis primas la otra semana.- Dijo ella, retrucando la respuesta de él. En verdad, ella todos los años, sea en vacaciones de invierno o de verano, la pasaba una semana con sus primas menores. 
  -Pero aun podemos vernos...-escribió tímido y agregó - Claro, si quieres. 
 -Dale, me encantaría!- Respondió. En verdad, tenía ganas de saber como es su nuevo amigo.
  -Genial! El lunes parto con mi familia de viaje, ¿Te parecer vernos este Sábado? 
  -A las cuatro y tomamos algo, yo invito! ¿Qué te gustaría tomar?
  -No, invitaré yo como buen caballero y lo que pidas vos, lo pido yo.- Y esas palabras hizo que las mejillas de la joven se tornaran rojas y le provocaran ardor. 
 
  El plan de conocerse al fin le parecía una buena ocasión para vestirse bien hasta para ponerse un poco de perfume en su cuello y muñecas para dar una buena impresión. De pronto, sus nervios se volvieron en su contra. Ella cada vez que conocía a una persona nueva, no sentía aquella extraña sensación. Las manos le sudaban, un escalofríos bajaba por su espalda y a timidez hacía que su mente se tornara vacía. Eran las doce de la noche, el adolescente se despidió de ella para tener un buen despertar para el día siguiente. Pero ella, por su parte, no pudo conciliar el sueño por los absurdos pensamientos que tenía. 
  "¿Cómo será? ¿Será alto? ¿Tendrá voz de adulto o voz suave? ¿Cómo serán sus manos, frías?" Esas y muchos pensamientos tontos que la llevaron al sueño a las tres de la mañana.